6.2.12

Extraviada

En momentos de poca lucidez, suelo recorrer Santiago, como si tuviera que aprenderme de memoria cada casa que en esta ciudad se encuentra. Esta vez no es diferente a ninguna otra y por lo demas, un señor muy caballeroso me dio, involutariamente, el punto de partida. Un tesoro escondido por descubrir, no se que es ni donde está. Pero sigo a mis pies sin pensarlo, se mueven solos, independientes, como si supieran el camino de memoria, mientras pienso en cualquier problema o situacion reciente en mi vida. 
Asi comienza cada expedición, recolectando viveres e inprovisando de acuerdo al camino. Observo la arquitectura y saco fotos que solo quedan en mi hipocampo, en su archivo personal. (Solo si pudiera plasmarlos).
Orgullo y prejuicio. - Amor - .
Luego de descansos, tabaco y ver situaciones o ver mas allá que solo gente en la calle, ver vida. Historias, personas completas no solo caras en el recorrido. Camino, y comienzo a distinguir las migajas ciudadanas, esas que me guiaran al tesoro. Migajas como una alameda, alguna banca solitaria y la tranquilidad. Esa que me acerca cada vez mas al silencio. Hasta encontrar la plenitud que quiero lograr en la vida. Un arbol donde puedas descansar, respirar profundo y disfrutar de un buen cigarrillo  junto a las tonadas de un piano. Que al oirlo y perderme en esa danza musical, distingo la misma inexactitud que la de aquella pelicula. Me fascina. Siento a mi cuerpo bailar con las hojas y cuando floto hasta la copa de aquel arbol, ahí es cuando pienso: "Este es mi Tesoro".

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