Sigue bien, sonriente, ligera
saltando de nube en nube
con su vestido rosa y
una paleta en la mano.
Sus sueños vividos, tangibles,
completándose con cada
milímetro avanzado.
Flota libre y sin preocuparse
ya que el tiempo es infinito.
No quedan muros, solo espacio
y con ello, los espejos
ya no son necesarios.
Las ideas la trasladan y
producen con un fin,
se va armando un sentido
una razón y un propósito,
ya no es solo la niña
disfrutando de las nubes.
Las conduce como
un camino, su propio camino.
Ahora, se pertenece ...
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