Lluvia sobre el cobertizo se escucha mientras siento tu fría nariz en mi oído.
Me acostumbro a la oscuridad, siempre lo he hecho. Desde que veía por las noches como brillaban los ojos del Micho, mi gato, y pensaba en que eramos hermanos y que yo también podía saltar como el, estirarme al despertar de la misma manera y por supuesto dominar la oscuridad.
Así puedo ver esos chinitos ojitos que no paran de reír.
Que no paran de comerme cada vez que me miran y sin querer (o no) me pierdo en ellos.
Ui! si cada vez que me acerco y siento esa candidez que irradia tu cuerpo, no puedo evitar pegarme a ti como si fuera una calcomania. Eso pasa cuando llueve en Santiago.
Ese sonido hace que la realidad se haga mas pura, que se limpie ante tus ojos.
Solo respiro olor a tierra mojada.
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