Cuando vi tus ojos aquel día, me di cuenta que ya no me amabas. No me rendí a mis pensamientos, pero lo supe al instante.
Ya no me amabas.
Luego de ver como entrabas a tu casa decidí caminar hasta la mía. La distancia es un poco larga pero quería sentir el viento en mi rostro. Pensar y convencerme de que no era cierto lo que noté. Que no era cierto, porque recién habíamos tenido una cita increíble, en la que por cierto te veías hermosa, y justo antes de entrar me miraste, sonreíste y me dijiste que me amabas.
Pero esos no eran los ojos que conocí, los ojos que cuando sonríes lo hacen contigo, así como cada fibra de tu cuerpo. Esa no era la sonrisa que arriesgadamente acepto el caminar conmigo cuando tuve el valor de por fin decir hola.
Te había perdido.
Pero en que momento? Cuando, si siempre te tuve de la mano.
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